Abril, bailarina con 23 años de trayectoria en la Fiesta Nacional del Chamamé, analizó su conexión con esta tradición y el significado que la motiva.
"El chamamé para mí es el sonar de la tierra, la hermandad y el río que nos abraza. Lo transmito con una pisada firme, que acaricia y acoge nuestro andar", detalló.
Sobre su participación en la Fiesta, destacó: "Es un compromiso trascendental con mis ancestros y futuros. Me llena el alma de orgullo".
Este año vivió la experiencia desde otro lugar: "Compartí más desde el público, reviviendo la ilusión de mi niñez al soñar con ese escenario".
Con la danza como eje, pretende preservar la música litoraleña. "Es una extremidad indispensable que sostiene nuestra esencia. Cuanto más se siente, más nos movemos", afirmó.
La proyección internacional del chamamé, para ella, radica en respetar sus raíces. "Sumar debe ser siempre para crecer y hacer parte", remarcó.
