Walter Miño llegó a su carnaval número 30, recorrió todos los sambódromos que tuvo Curuzú Cuatiá y, este año, vio concretarse un sueño largamente esperado: tener una casa propia: "La Sucursal del Cielo".
Inició en Antifaz, fue parte de la fundación de una nueva comparsa y en 2016 regresó a la familia tricolor, donde decidió quedarse.
Cumplió 30 años en el carnaval y 26 en el diseño de trajes. "Anécdotas hay muchas, desde viajes a Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos y dentro de Corrientes, donde el ADN de carnaval y chamamé es parte de la cultura", remarcó.
También aprovechó para definir al carnaval como "un sentimiento que no se asemeja a ninguna otra pasión".
Y concluyó: "Esa piel de gallina al ver tribunas que cantan la marcha de tu comparsa o ser reconocido en la calle por ser parte de una comparsa nos llena el corazón y nos enorgullece".